Anotaciones sobre las leyes del equilibrio
Cuando yo era niño teníamos en la escuela un solo libro, una enciclopedia en la que se resumía todo lo que un niño de aquella época debía saber para vivir y incluso alguna cosa que puede parecer innecesaria o de difícil aplicabilidad a la vida práctica, en algunos casos por su alto nivel de abstracción como la imagen del dios supremo

o por su obviedad. Una de éstas era la ley del equilibrio y aparecía así:

A mí, particularmente me parecían estas tres formas de equilibrio un poco tontas por su evidencia, pero sobre todo la del equilibrio inestable , que más bien parecía una fórmula del desequilibrio y la encontraba fuera de lugar, pero estimaba que, si no se contaba entre todas faltaba algo, algo como una posibilidad imposible porque se trata de una hipótesis basada en una contradicción: una forma de equilibrio es el desequilibrio total, es decir una proposición loca, como decían los expurgos que hacían los inquisidores. Así que comprendí que en una visión de la realidad de la vida todas las posibilidades han de ser contempladas para tener una idea exacta. Mucho más tarde aprendí que las realidades hipotéticas que no necesitan demostración similares al modelo de equilibrio llaman axiomas. Pero a mí me gustaba comprobarlo todo. Cuando me explicaban teóricamente, que era siempre, algún fenómeno nuevo que me llamaba la atención procuraba experimentarlo en casa, así fabriqué motores con clavos, cables y pilas de linterna, timbres eléctricos y a punto estuve de hacer un teléfono, pero me faltó cable. Pero nunca se me ocurrió experimentar las leyes del equilibrio con conos y eso a pesar de que en casa teníamos embudos de diversos tamaños. Porque tenía que ser con conos, ya que no valen los cilindros (vasos) ni las esferas (pelotas, huevos), ni la pirámide (no había en casa), figura geométrica aunque elemental bastante inútil, no así como los cubos (que había muchos aunque les faltase una cara) para recoger la tercera forma, la del equilibrio inestable. Lo consideraba totalmente innecesario: la evidencia era absoluta pero sólo se revelaba como tal con conos. Así que también aprendí que todas las evidencias no están presentes sino en ejemplos muy particularmente seleccionados. Las personas, por ejemplo, somos un buen modelo para explicar esas mismas formas de equilibrio pero son difíciles de dibujar en una enciclopedia para niños, así que habrá que pasar de la forma de comunicación visual a la verbal:
- Está en equilibrio estable una persona absolutamente segura de sí misma, como un cono que se apoya sobre su base; ni velas ni vientos la moverán.
- Está en equilibro indiferente una persona que no está segura más que de una sola cosa: por ejemplo, pienso, luego existo y no tengo certezas sobre todo lo demás que me rodea pero me puedo desplazar en dos o más direcciones a ver qué pasa.
- Está en equilibrio inestable el que se le ha ido la olla, sea por loco, por inmaduro o simplemente por enamorado.
Conclusión: todos los humanos hemos sido en algún momento brillantes ejemplos de las tres formas de equilibrio. Seleccione las más válida actualmente.