Thursday, December 22, 2005

Hoja nª 8 de mi cuaderno de bitácora




Anotaciones sobre las leyes del equilibrio


Cuando yo era niño teníamos en la escuela un solo libro, una enciclopedia en la que se resumía todo lo que un niño de aquella época debía saber para vivir y incluso alguna cosa que puede parecer innecesaria o de difícil aplicabilidad a la vida práctica, en algunos casos por su alto nivel de abstracción como la imagen del dios supremo



o por su obviedad. Una de éstas era la ley del equilibrio y aparecía así:




A mí, particularmente me parecían estas tres formas de equilibrio un poco tontas por su evidencia, pero sobre todo la del equilibrio inestable , que más bien parecía una fórmula del desequilibrio y la encontraba fuera de lugar, pero estimaba que, si no se contaba entre todas faltaba algo, algo como una posibilidad imposible porque se trata de una hipótesis basada en una contradicción: una forma de equilibrio es el desequilibrio total, es decir una proposición loca, como decían los expurgos que hacían los inquisidores. Así que comprendí que en una visión de la realidad de la vida todas las posibilidades han de ser contempladas para tener una idea exacta. Mucho más tarde aprendí que las realidades hipotéticas que no necesitan demostración similares al modelo de equilibrio llaman axiomas. Pero a mí me gustaba comprobarlo todo. Cuando me explicaban teóricamente, que era siempre, algún fenómeno nuevo que me llamaba la atención procuraba experimentarlo en casa, así fabriqué motores con clavos, cables y pilas de linterna, timbres eléctricos y a punto estuve de hacer un teléfono, pero me faltó cable. Pero nunca se me ocurrió experimentar las leyes del equilibrio con conos y eso a pesar de que en casa teníamos embudos de diversos tamaños. Porque tenía que ser con conos, ya que no valen los cilindros (vasos) ni las esferas (pelotas, huevos), ni la pirámide (no había en casa), figura geométrica aunque elemental bastante inútil, no así como los cubos (que había muchos aunque les faltase una cara) para recoger la tercera forma, la del equilibrio inestable. Lo consideraba totalmente innecesario: la evidencia era absoluta pero sólo se revelaba como tal con conos. Así que también aprendí que todas las evidencias no están presentes sino en ejemplos muy particularmente seleccionados. Las personas, por ejemplo, somos un buen modelo para explicar esas mismas formas de equilibrio pero son difíciles de dibujar en una enciclopedia para niños, así que habrá que pasar de la forma de comunicación visual a la verbal:


- Está en equilibrio estable una persona absolutamente segura de sí misma, como un cono que se apoya sobre su base; ni velas ni vientos la moverán.
- Está en equilibro indiferente una persona que no está segura más que de una sola cosa: por ejemplo, pienso, luego existo y no tengo certezas sobre todo lo demás que me rodea pero me puedo desplazar en dos o más direcciones a ver qué pasa.
- Está en equilibrio inestable el que se le ha ido la olla, sea por loco, por inmaduro o simplemente por enamorado.
Conclusión: todos los humanos hemos sido en algún momento brillantes ejemplos de las tres formas de equilibrio. Seleccione las más válida actualmente.

Hoja nº 7 de mi cuaderno de bitácora



Me cuenta Leo que tiene que hablar conmigo porque ayer fue malo y cita exactamente estas palabras: “tengo que hablar contigo porque ayer hice una cosa mal, ayer fui malo, Juanma.” Aunque ya le conozco y alguna vez ha mencionado su maldad siempre se trataba de sucedidos graciosos que le han pasado como consecuencia de pedir con toda la inocencia del mundo una miaja de justicia que para él es algo absoluto como el calor de agosto o el frío de enero.
Me cuenta Leo que en la pared del jardín de su casa han salido unas grietas que lo afean y ha pedido que se las reparen. El constructor, al principio le ha tratado con condescendencia, convenciéndole de que eso es bueno para su casa porque si se asientan los cimientos ahora, aunque salgan grietas, nunca se hundirá. Leo no sólo lo entiende sino que lo acepta, pero como las grietas afean la pared hace que durante la conversación el constructor reconozca que hay soluciones técnicas para que aún estando ahí por el bien de su casa, las grietas no se vean. Entonces le pide que por favor, las aplique para así estar más satisfecho de su casa y de su constructor. Cuando éste advierte que ha sido envuelto y en cierto modo se ha comprometido, tira por la calle de en medio y le dice a Leo que nunca irá a ver esas grietas y que nunca se las tapará, y si tiene alguna duda que reclame al maestro armero. Leo se despide lo más amablemente que le permite su indignación y sale humillado del despacho a la sala donde hay mesas con ordenadores. Al pasar junto a una de ellas le da un codazo a un altavoz que rueda por los suelos y se hace añicos. Esta es toda la maldad de Leo.
Ahora pasemos al análisis:

1. Todo parece indicar que Leo ha sido violentado por su constructor, porque pudiendo éste darle satisfacción no ha querido hacerlo. Una persona que hace esto es mala , así que, el constructor es malo.
2. Leo, de natural pacífico ha reclamado argumentadamente a su constructor una cuestión justa que incluso ha admitido realizable, pero cuando se da cuenta de que ha sido convencido de ello , es decir no es una decisión espontánea suya sino inducida por Leo, reacciona negándose a actuar justamente y una persona que conoce lo que es justo y no lo concede es mala, por tanto el constructor es malo.
3. El constructor puede seguir argumentos hasta entenderlos y comprender cuál es la verdad y la justicia, pero le molesta que le convenzan y prefiere actuar espontáneamente aunque sea injusto y pueda provocar males en cadena como indignar a una persona, humillarla inútilmente, apesadumbrarla por sus actos, que se rompa un altavoz de ordenador, etc. Una persona que actúa sin reflexionar sobre sus actos y prefiere ser injusto antes que admitir que alguien le muestre la verdad y la justicia es una mala persona que puede provocar muchos males , así que el constructor no sólo es malo sino tonto, y probablemente lo ha notado una vez más .
4. El origen de todos los males es la estupidez del constructor que ha desarrollado males en cadena que parecen acabar con la rotura del altavoz y en la absoluta inocencia de éste, que sólo es un objeto sin alma. Pero ¿qué pasa con el alma de Leo? ¿Quién es más inocente Leo, o el altavoz?El lugar para argumentar sobre la inocencia o la culpabilidad es el juicio y su dilucidación se concreta en la sentencia, así que nos inhibimos sobre la inocencia o culpabilidad del altavoz por no ser ni sujeto ni objeto de juicio porque es cosa u objeto, (pero no de juicio, insistimos) y sentenciamos que Leo es inocente porque aunque actuó injustamente el sujeto u objeto de su injusticia no es sujeto de derecho y además fue inducido por una situación de humillación e impotencia. Otrosí sentenciamos que por las evidencias del análisis anterior , el constructor es culpable de maldad absoluta originada en su absoluta ignorancia y agravada por indicios más que claros

Hoja nº 6 de mi cuaderno de bitácora

Hoja nº 6 de mi cuaderno de bitácora



He borrado mis archivos de más contenido lírico si por lírico entendemos la expresión de sentimientos íntimos. Uno no se puede quedar desnudo, no ya ante cualquiera sino incluso ante personas que pueden infundir confianza suficiente. Pero no para desnudarse. El desnudo se interpreta de multitud de maneras, a saber:
1. El desnudo como ausencia de vestimenta.- Es la valoración de los médicos y enfermeras ante un enfermo, de los esposos con largos años de convivencia, de los bebés en el baño, de algunos hijos respecto a sus padres antes de una edad determinada; es el desnudo de los negros y de los indios de los documentales antiguos. La expresión lírica de este desnudo es cero o tiende a cero si no es que se mira con los ojos de Leni Riefensthal en aquellas maravillosas películas que hizo de los masai. Mis escritos estaban próximos a este tipo de desnudo, pero entre nosotros, los occidentales de tradición judeocristiana, una comunicación lírica semejante no se estila ni siquiera entre los amigos.
2. El desnudo como expresión de la decadencia, la muerte y en fin, de la deshumanización.- Es el desnudo de los ancianos enfermos que ya no se valen por sí mismos, el desnudo de los pobres y de los cadáveres. Su contenido lírico es una de las expresiones más altas del horror o de la piedad. Llega a infundir lo que llamamos vergüenza ajena. En la expresión lírica a la que me refiero deja al descubierto las miserias del alma humana hasta producir la misma vergüenza ajena que el desnudo de esta clase. El autor aparece tan patético que da lástima: todos los archivos de esta clase, sean en prosa o en verso libre deben ser borrados para que no sean leídos más que por el autor, que asumida su desolación y pobreza espiritual los debe considerar no ya catarsis, sino simple terapia porque perteneciendo al ámbito de la confesión, (pero no de la católica, sino de la árabe, que según me contó mi abuelo la practican ante un agujero de la pared o de una roca y que luego tapan con barro) una vez materializados deben ser olvidados como hacen nuestros curas o encriptados en su agujero como los moros hacen, según mi abuelo César.El desnudo como entrega desarmada..- Es aquel por el que uso se revela al otro sin provocación sino como regalo u ofenda gratuita que aún así tiene ciertas dudas sobre cómo va a ser recibida porque el grado de intimidad entre uno y otro se está definiendo. Sin embargo, acomete su mejor acto de valentía al arriesgarse sin esperar que en contrapartida le regalen nada si no es algún elogio sencillo aunque, eso sí, nunca la indiferencia. Los archivos o escritos de este tipo no deben ser borrados a menos que tengan un punto de pedantería porque sería cobardía manifiesta y falta de generosidad. Mis archivos eran de este tipo y me avergüenzo de mí mismo por ello, pero nadie puede ser perfecto.

Hoja nº 3 de mi cuaderno de bitácora

Hoja nº 3 de mi cuaderno de bitácora



Con unos antecedentes como las hojas anteriores de mi cuaderno de bitácora cualquiera puede pensar de qué puede servir llenar un cuaderno de apuntes en los que se advierte que no pasa nada , que este viaje carece de una hoja de ruta y quizá de destino claramente definido y por tanto no hay nada que reseñar diariamente. Cuando los viajes eran siempre una aventura los cuadernos eran necesarios para aviso de navegantes, elaboración de nuevas rutas e incluso mapas más o menos precisos. Navegamos al pairo pero las velas no cazan ningún viento. Calma chicha. Si embargo , todo está dispuesto para algo. A partir de Septiembre esperamos que pasen cosas nunca vistas ni oídas. Esperamos.

Veles e vents han mos desigs complir,
fahent camins duptosos per la mar.
...
Bullira·l mar com la caçola ’n forn,
mudant color e l’estat natural,
e mostrara voler tota res mal
que sobre si atur hun punt al jorn;

Hoja nº 2 de mi cuaderno de bitácora

Hoja nº 2 de mi cuaderno de bitácora


Los acontecimientos se desarrollan normalmente, es decir, más bien no hay acontecimientos: salió el sol a la hora prevista, 6.01 a.m. y según todos los indicios ( y si las condiciones son favorables) se pondrá a las 6. 08 p.m., cosa que sucederá hasta el día 20 en que ambas cosas sucederán un minuto antes. Así que veo el tiempo pasar todo el día y si tengo alguna duda miro el calendario, que es como un monitor en el que no falla ninguna apreciación porque es una máquina sin sentimientos: no tiene tiempo subjetivo. Lo mismo que el esclavizado por el trabajo, que sus límites vitales están entre el principio y el final de la tarea: supongo que éste es el sentido de las vacaciones, la ausencia de límites en el horizonte de acontecimientos, por tanto si no hay acontecimientos tampoco hay vacaciones. Parece que para tener unas vacaciones interesantes, los acontecimientos dignos de señalar hay que provocarlos. Pero ¿con qué medios? Veamos, para situar un horizonte de acontecimientos en el espacio tenemos la bicicleta, el coche, el tren, el avión y el barco. Algunos eligen medios de transporte aparentemente más sofisticados y que a menudo no conducen a ninguna parte, como el parapente o el ultraligero. Bien. Yo he elegido el más simple: la bicicleta, y los acontecimientos de ayer fueron que se salió la cadena y se soltó el manillar en plena marcha hacia la subida a un volcán extinguido hace un millón de años. Por lo demás , en la cima hay unas ruinas de adobe llenas de basura: hice un gran esfuerzo subiendo la cuesta para nada más desolador.
Otros prefieren forzar condiciones favorables para que se produzcan acontecimientos en el tiempo: a la una del medio día van a beber cerveza al baile del vermú, situado en la Plaza Mayor o a las once a la feria donde hay un ruido ensordecedor, de manera que al salir de ella el tiempo parece haberse detenido o ser otro. Habrá que estudiar este fenómeno. Una modalidad mixta puede ser la lectura, pero no sé de nadie cercano que esté leyendo un libro, sino yo mismo que ando con el Zorro adolescente de Isabel Allende por Barcelona y California, libro sujeto a la servidumbre esclavizante de las novelas de encargo. Además, en el caso de la lectura , los acontecimientos son ficticios, están escritos de antemano (en el sentido bíblico y literal) y si son producto de una estimulación de la imaginación del lector producen cierta decepción al dejar de leer.
En fin, que llenar una hoja del cuaderno de bitácora es complicado por falta de material. ¿No podría yo aspirar sin ser demasiado pretencioso a que me sucediera algo realmente digno de reseñar por escrito como aquel acontecimiento maravilloso en que Aureliano Buendía ya casado con Úrsula Iguarán conoció el hielo? Por favor.

Hoja nº 1 de mi cuaderno de bitácora

Hoja número 1 de mi cuaderno de bitácora


Efectivamente hoy es quince de agosto de 2005 según todos los calendarios. Es fiesta nacional y todo está en silencio. Se celebra desde Laredo a Tarifa nada menos que la muerte de la Virgen (Algunos dicen que la dormición) Hace cinco días he cumplido cincuenta y un años. Medio siglo aproximadamente: algo más de la mitad del ciclo vital de un ser humano: más de cincuenta vueltas del planeta alrededor del sol y una cienmillonésima parte de la vuelta del sol en torno a nuestra galaxia: nada, en términos cósmicos.
Cuando un hombre llega a su invierno vital el sudor ya no huele a fuerza animal desatada sino a medicina rancia; la piel ya no es la envoltura de una pulpa preñada de jugos frescos como la fruta sino mero pellejo y los reclamos sexuales como el vello o los músculos se convierten en señales sin esperanza que no son percibidas más allá de la cortina de la ducha o del espejo del baño. Mientras que se despuebla el pubis aumentan de tamaño las cejas, crecen hasta lo desmesurado los pelos de la nariz y de los oídos y la cara se llena de surcos, manchas y raíces de pelos infestadas. Todo ello sin hablar de la calvicie o de las canas, cosa que a mí no me afecta en primer término pero sí en segundo, ni de la deformidad del cuerpo, en mi caso más parecida a Diógenes caminando vestido con su tonel que a Aquiles tendido sobre un piel de toro esperando que Patroclo le prepare un baño.
Cuando un hombre llega a su invierno vital es que ha cumplido los cincuenta y un años, es decir, tuvo su primavera entre los veinte y los treinta y su otoño entre los treinta y los cuarenta.
A esta edad ya se dominan dos o tres verdades relativas al orden del universo: una que la muerte es la otra cara de la vida y por tanto todo es finito y perecedero pero dependiente de ciclos cuya duración está arbitrariamente establecida. Mientras una mariposa es mariposa solamente unos días un caballo puede vivir treinta años y una piedra tres mil millones. Otra verdad es que no hay relación conocida entre la belleza o la necesidad y la duración; mientras el más bello anochecer dura sólo tres minutos, un gesto amable de los ojos una décima de segundo y el desierto de Atacama, lo más parecido a Marte que tenemos por aquí es más antiguo que la Antártida. Unas cosas son bellas por efímeras y otras por eternas y las más por inútiles o innecesarias. ¿Y nosotros, qué somos? Ni bellos ni necesarios, pero percibimos la belleza y la necesidad mientras dura nuestro ciclo vital y cada vez con más intensidad: esto es lo que nos hace viejos, es decir sabios.
En fin, no sé si esto es propio de un personajillo nada exótico de cincuenta y un años...