Carta del padre a la hija que no es hija o del padre que no es padre
Querida hija:
Te envío esta carta de cumpleaños a requerimiento tuyo ya que tu padre auténtico no lo ha hecho y dado que creo que el fin de la cartas es recibirlas y no enviarlas. Al saber yo que no recibirías tu carta me brindo a ser el padre apócrifo de la carta apócrifa que sin embargo cumplirá su función de ser recibida. En fin, a ver cómo queda.
Querida hija:
Una vez más te envío tu carta de cumpleaños que ya sé que es el único regalo que esperas recibir aunque te hago otros que no esperas porque para eso están los regalos, para dar sorpresas. Como creo que es mayor sorpresa recibir una carta apócrifa que una carta auténtica, te envío una apócrifa (que no es lo mismo que falsa), cosa que muy pocos reciben, tanto como carta como regalo, con lo cual espero que tu cumpleaños sea mucho más cumplido.
Querida hija:
(Aquí empieza realmente la carta)
Querida hija, digo:
Tengo que decirte necesariamente que tengo un problema contigo y es que he llegado a la conclusión de cada vez te conozco menos. Esto no es debido a que yo sea un padre apócrifo que escribe una carta auténtica o un padre apócrifo que escribe una carta apócrifa, que esto no lo sé bien, pero no me importa demasiado, sino al hecho de que cada año que cumples eres más tú misma y por tanto, te pareces menos a la hija mía que eras el año anterior. No es que quiera decir que me pareces menos hija mía sino que eres más hija y menos mía y ahí de quién seas hija ya cuenta menos. A ver si me explico, sería como si cada vez más fueras más hija de ti misma, o sea, hija de tus propios actos, de tus propias decisiones y deseos. En este sentido creo que cada vez más yo soy también menos responsable. Esto, aunque no lo parezca, no es ninguna banalidad porque cuando uno tiene un hijo la carga de responsabilidades que conlleva le aliena a uno hasta el punto de que ya no es sólo persona, sino padre, incluso algunos dejan de ser persona para ser sólo padre (aunque esto le ocurre más a las madres) y la liberación que supone ser cada vez menos padre y más persona es una perspectiva bastante halagüeña. Lo mismo pasa con los hijos que cada vez son menos hijos, que es lo que te pasa a ti año tras año y de lo que me congratulo.
Querida hija:
Si estás de acuerdo en estos términos creo que podemos llegar a un acuerdo más: no es que yo crea que andando el tiempo y los cumpleaños lleguemos a ser auténticos desconocidos, pero sí que llegaremos a vivir con total autonomía, así podemos irnos entrenando para cuando esto suceda. Lo que te propongo es que la próxima vez que nos veamos nos saludemos como si fuéramos totalmente desconocidos, nos presentemos formalmente y nos propongamos una cita para otro día para conocernos mejor de manera que podamos establecer una relación independiente de las relaciones padre-hija como corresponde a dos personas que no sólo son sino que están obligadas a ser autónomas porque todos loas años cumplen los años y son cada uno de ellos cada vez más él mismo.
Querida hija:
¿Qué te parece?
Querida hija:
He pensado que si aceptas mi propuesta y profundizamos en nuestro conocimiento mutuo y hay química y tal a lo mejor acabamos estableciendo una relación de pareja tipo padre-hija, hija-padre. Sería una innovación maravillosa en relaciones humanas. Y, fíjate, al final cuando ya estuviese todo muy consolidado quizá te escribiera cartas auténticas cada día de tu cumpleaños.